Adaptaciones en los animales.
La salinidad de los océanos influye directamente en la estructura o funcionamiento de los organismos que viven en ellos, así como las migraciones de los peces.
Para desplazarse por el agua los organismos acuáticos tienen extremidades transformadas en aletas, o disponen de membranas interdigitales y los que nadan tienen el cuerpo en forma de fuso o fusiforme.
Para poder tomar oxígeno disuelto en el agua los peces disponen de branquias.
Para adaptarse a los cambios de presión disponen de la vejiga natatoria.
Para poder localizarse entre sí y detectar a sus presas, emiten sonidos y ultrasonidos.
- Organismos eurihalinos: son capaces de acomodarse a los cambios de salinidad del medio. Son característicos de las aguas salobres (mezcla dulce, salado): estuarios, rías y desembocaduras de ríos. Ejemplo: salmón.
- Organismos estenohalinos: no están adaptados a los cambios de salinidad. La mayoría habita en las zonas alejadas de la costa. Son seres oceánicos como la sardina o el atún.
Para desplazarse por el agua los organismos acuáticos tienen extremidades transformadas en aletas, o disponen de membranas interdigitales y los que nadan tienen el cuerpo en forma de fuso o fusiforme.
Para poder tomar oxígeno disuelto en el agua los peces disponen de branquias.
Para adaptarse a los cambios de presión disponen de la vejiga natatoria.
Para poder localizarse entre sí y detectar a sus presas, emiten sonidos y ultrasonidos.
Adaptaciones en las plantas.
Las más frecuentes son las siguientes:
- No tienen raíces o las tienen poco desenvueltas, ya que no encuentran dificultades para conseguir los nutrientes.
- Hojas grandes con espacios intercelulares cargados de aire, para flotar más fácilmente y eliminar por transpiración el exceso de agua.
- Estomas abundantes en la epiderme exterior de las hojas flotantes y la ausencia de estomas y de pelos en la epiderme de las hojas sumergidas.
- Tallos flexibles y herbáceos con escasos tejidos para no ofrecer resistencia al agua.